Se ofrecen –una vez más- 6.000 euros de premio a quien demuestre que las mujeres cobran menos que los hombres, con la misma categoría profesional, la misma antigüedad y el mismo número de horas trabajadas.

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SOBRE BRECHAS SALARIALES «DE GÉNERO» Y ESTÚPIDOS EMBUSTES SIMILARES.

Este año, 2021, como los y las burócratas de los diversos partidos y los tinglados a los que llaman “sindicatos” (que generalmente son los mismos), unos están muy atareados en promover algarabías, disturbios, terrorismo urbano, etc. y otros celebrando el enésimo aniversario de la pantomima del 23 de febrero, sí, aquello del Coronel Antonio Tejero… pues ha pasado casi desapercibido que, ayer, 22 de febrero era un día marcado en el calendario femiestalinista (también llamado feminazi), como día de aquelarre, o sea de linchamiento del hombre… Sí, ayer fue el Día de la Igualdad Salarial y “contra la brecha salarial de género”, día que sirve para ir caldeando el ambiente y como entrenamiento para el aquelarre femiestalinista más importante del año el del Día de la Mujer Trabajadora (8 de marzo).

El día 22 suele arrancar la competición de los charlatanes de feria en los que se han convertido la mayoría de los políticos profesionales y “liberados sindicales”, a ver quién o quiénes acaban llevándose el diploma de “feminaziestalinista mayor del reino”. Seguro que esta año, nuevamente, asistiremos a un concurso muy reñido, pues, teniendo en cuenta que el gobierno frentepopulista, socialcomunista, dedica generalmente la mayor parte del tiempo a autobombo y propaganda, se acabarán diciendo barbaridades de tal magnitud que algunos conseguirán entrar el Libro Guinness de los Records…

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Sí, un año más nos acercamos a un nuevo aquelarre feminaziestalinista degenerado, nos aproximamos peligrosamente al día 8 de marzo «día de la mujer trabajadora».

En los días previos, el 8 de marzo y los siguientes se divulgarán por parte de los medios de información y creadores de opinión multitud de falsedades, pero la mayor falsedad de las que hablarán es la de la supuesta «discriminación salarial de las mujeres».

Si tal cuestión fuera cierta implicaría que los empresarios y las empresarias son estúpidos.

¿A qué están esperando para despedir a los varones de forma generalizada y a contratar a mujeres de forma exclusiva, dado que según quienes afirman tal cosa, están dispuestas a trabajar por salarios inferiores?

Es más, si lo que todos ellos -sindicatos, partidos políticos, asociaciones «de mujeres», etc.- afirman es cierto. ¿No están siendo cómplices de quienes supuestamente están delinquiendo?  ¿A qué están esperando para ir a la comisaría más cercana, o al puesto de la Guardia Civil, o a la Inspección de Trabajo, o al juzgado de guardia que caiga más cerca de su domicilio?

Si no lo hacen, insisto, son cómplices de los y las empresarios que supuestamente están discriminando a sus trabajadoras.

Otra de las muchas tontadas y tópicos que se repetirán por doquier será lo de la «paridad» y la imposición de «cuotas» para que las mujeres estén más presentes en determinados ámbitos.

¿Qué razón les asiste para inmiscuirse en el día a día de las empresas privadas, e imponer a sus dueños el criterio que han de seguir a la hora de contratar a sus trabajadores y a quién o quienes han de contratar… acaso no tienen derecho a contratar a gente dependiendo de su cualificación, capacitación, mérito… independientemente de su sexo u otra circunstancia personal?

¡Uf, cuánta estupidez y falsedad, cuánta insensatez…!

Desde hace ya muchos años, más casi dos décadas, algunas asociaciones de padres y madres separados de España, entre ellas la Asociación de Padres y Madres Separados de Extremadura ¡Custodia compartida, ya! vienen ofreciendo 6.000 euros «a quien o quienes demuestren que las mujeres ganan aproximadamente un veintitantos por ciento menos que los hombres –estos últimos días se está hablando de un veintiuno por ciento- y por tantos son discriminadas salarialmente por el simple hecho de ser mujeres….

Cómo acabar con la brecha salarial?: España, mejor situada que la media de  la Eurozona

Los días previos y siguientes al 8 de marzo de marzo <día especialmente señalado en calendario victimista del lobby feminista de género> suele haber sindicatos, partidos políticos y ongs diversos que llegan a afirmar que el 40%, o incluso más… y se quedan contentísimos ellos y ellas, y apenas nadie se atreve a contestarles, pues no quieren correr el riesgo de ser tildados de machistas, patriarcalistas, y lindezas por el estilo

Para lograr el «premio», las diversas asociaciones que lo vienen ofreciendo, siempre han insistido que era obligatorio aportar pruebas documentales de que «se trata exactamente del mismo trabajo», y han advertido de que «se descartarán las circunstancias diferenciales como nocturnidad o peligrosidad, otras categorías laborales, antigüedad, distintos convenios u horas trabajadas, etcétera».

También, dado que España es un Estado de Derecho, habremos de suponer que en tales supuestos se habrán agotado todos los recursos judiciales y legales que es posible llevar a cabo a través de los juzgados de lo Social o de otros órganos competentes en la materia, de manera que se hayan pronunciado ratificando dicha desigualdad salarial por razón exclusiva de sexo.

Ni que decir tiene que, dado que lo que afirman los sindicatos, partidos políticos, asociaciones feminazis, ongs, etc. es absolutamente falso, nadie, nunca, ha reclamado la cantidad ofrecida.

Vuelvo a reiterar que si realmente lo que afirman tales embusteros tuviera algo de cierto, ningún negocio sería rentable

¿Para qué contratar a hombres si los empresarios pueden emplear a mujeres por un salario menor?

Afirmar tales insensateces, aparte de ser un insulto a la inteligencia, es afirmar que los empresarios (y empresarias que, haberlas también haylas) son estúpidos.

Como era de esperar, el Gobierno social-feminazi de Pedro y Pablo no podía quedarse fuera del aquelarre y antes de que finalizara el día, algunos socialistas y comunistas (también del PP y Ciudadanos, además de los separatistas y etarras que apoyan al gobierno frentepopulista), han prometido que están muy preocupados y que pondrán todos los medios a su alcance para intentar acabar con semejante injusticia, semejante lacra…

En el fondo de las continuas estupideces que se repiten de continuo y más durante y cuando se aproxima alguna fecha del calendario del feminismo de género, subyace un siempre una idea: las ganas de igualar con acciones políticas lo que la Naturaleza ha hecho “desigual”.

Bien, para tratar de explicar esta cuestión, lo mejor es empezar por el principio.

Y el principio fue lo que algunos llaman “Prehistoria”, aunque yo prefiero llamarla “Historia Primitiva”: Aunque tal vez aburra tener que repetir semejante perogrullada, los hombres y las mujeres no hemos sido diseñados por ningún ente sobrenatural patriarcalista, malvado y puñetero; somos el resultado varios cientos de miles de años de evolución. En ese proceso milenario, el criterio aplicado por la Naturaleza no fue la opresión de un sexo por el otro, por más que rabien las feministas, sino la supervivencia de la especie.

Para lograr esa supervivencia, la Naturaleza les encomendó funciones específicas –y diferentes- a los hombres y a las mujeres.

La mujer primitiva era, sobre todo, madre y cuidadora. El hombre, protector y proveedor. Siempre en situaciones especialmente adversas, de tremenda dificultad, luchando a muerte contra grupos y especies rivales en la competencia por unos recursos escasos.

La mujer era el sexo valioso que aseguraba la lenta y biológicamente costosa reproducción de la especie. El hombre era el sexo “menos valioso”, la parte más desechable, y por tanto quien debía y podía correr más riesgos. Las funciones –y cualidades innatas- de la mujer concordaban más con la prudencia, la mesura, la moderación; las del hombre, con la temeridad, la audacia, la osadía, e incluso la irreflexión.

Esta forma de comportamiento continuó, perduró y se reprodujo durante cientos de miles de años y, sin duda, -así lo afirman los científicos que de esto saben- ha dejado un poso genético.

Las diferencias entre hombres y mujeres son tales que son imposibles de borrar de la noche a la mañana, por más que porfíen, por más que se empecinen los partidarios del feminismo de género. Por ejemplo, los hombres siguen teniendo más apego al riesgo que las mujeres; y las mujeres siguen más interesadas en dispensar cuidados que los hombres.

Tal vez por eso, es casi imposible que encontremos a una mujer encaramada a un andamio –los albañiles suelen ser siempre hombres- y por el contrario, la enfermería ha sido una profesión femenina.

En términos “ecológicos”, esas diferencias son una reserva de biodiversidad que, más que combatir, habría que preservar. Quienes se hacen llamar “progresistas”, en este aspecto son bastante incoherentes.

Aunque la especie Homo Sapiens haya sido capaz de inventar nuevas tecnologías, que le han permitido cambiado el caballo por trenes de alta velocidad, y las señales de humo por el smartphone, hombres y mujeres seguimos teniendo capacidades e intereses diferentes, y la uniformidad y el igualitarismo, son una perversa utopía. No una bella utopía, sino una utopía estúpida y empobrecedora; aparte de totalitaria y liberticida.

Si, en el conjunto de la sociedad, hay más hombres que mujeres en la punta de la pirámide empresarial, posiblemente se deba a que los hombres han arriesgado más, y por tanto suelen ser más emprendedores. En el otro extremo, también es mayor el número de varones socialmente excluidos. Y si las mujeres son mayoría en la carrera judicial o en las profesiones sanitarias, pero no en las ingenierías, quizá la verdadera razón haya que buscarla en un diseño genético ancestral, no en un techo de cristal imaginario.

Así que, menos política “de igualdad y género”, menos “políticas de discriminación positiva” (léase “tratos de favor”) y más libertad. Menos cuotas y más igualdad de oportunidades. Menos victimismo y más igualdad ante la ley. Y que cada palo aguante su vela.

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