Ha muerto el General Enrique Rodríguez Galindo, ha muerto un español decente, ha muerto un buen patriota.

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Pues sí, el virus chino ha derrotado a uno de los pocos españoles decentes que, tuvieron la valentía de enfrentarse al grupo terrorista ETA y vencerlo. Quien entregó gran parte de su vida a hacer realidad la frase que aún sigue dando la bienvenida a todo aquel que visita un puesto de la Guardia Civil, “Todo por la Patria”, y que acabó siendo injustamente encarcelado, por haber sido un español practicante, coherente, finalmente ha sido derrotado por el maldito coronavirus.

SALUD Y TERCERA: La compasión del Estado

En estos momentos en los que, el gobierno frente-populista (socialistas, comunistas, separatistas, filoetarras) se empeña en blanquear a la organización terrorista ETA y presentarla como, poco menos que gente pacífica, demócrata y «constitucionalista», es más que nunca imprescindible recordar a Enrique Rodríguez Galindo, el General que dedicó una gran parte de su vida a luchar contra la ETA, a derrotar al terrorismo vasco y al que, debemos –junto a los hombres que él dirigió en el cuartel de Inchaurrondo- que la banda de criminales dejara de matar.

Es muy triste, lamentable, terrible que, Enrique Rodríguez Galindo se haya marchado de este mundo, y que sus enemigos, que no son pocos (y no solamente en las filas de ETA) hayan logrado dejar en la memoria de muchos españoles una imagen distorsionada del General Rodríguez Galindo, reescribiendo su historia y tratando de perpetuar –injustamente- la idea de que fue un personaje turbio, equiparable a quienes se dedicó a combatir, en lugar de un servidor a España ejemplo de valor, entrega y sacrificio, en muchos momentos heroico.

La justicia ha ido, poco a poco, a lo largo de los años desmontando todas las mentiras que se dijeron sobre él, salvo la que le llevó a la cárcel y a la pérdida de la condición de militar, el episodio más doloroso de su vida, en un proceso judicial atizado mediáticamente con unos evidentes fines políticos. Somos muchos los que estamos seguros de que el paso del tiempo —aunque ya no sea posible en vida de Rodríguez Galindo—, permitirá demostrar lo que el General ha defendido siempre, hasta el último suspiro, y en lo que muchos buenos españoles creemos sin ningún género de duda: su inocencia y la de sus hombres.

Sirvan estas líneas de homenaje al General Enrique Rodríguez Galindo y a quienes junto con él, en el Cuartel de Inchaurrondo (Guipúzcoa) libraron una lucha desigual y en soledad e incomprensión contra la banda criminal que, sembró el terror durante décadas, tanto en Vascongadas como en el resto de España; sirvan estas líneas para que nada de ello quede en el baúl de los recuerdos, sirvan estas líneas para que las próximas generaciones lo tengan presente…

Y antes de terminar, me voy a permitir recomendar, mejor dicho: empujar a quienes aún no lo hayan hecho a leer el libro del General Enrique Rodríguez Galindo, MI VIDA CONTRA ETA, LA LUCHA ANTITERRORISTA DESDE EL CUARTEL DE INCHURRONDO.

¡La muerte no es el final!

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